¿Cuántas veces has sentido que tienes que elegir entre yoga y meditación? ¿O que el yoga postural es solo ejercicio físico sin conexión real con la contemplación profunda?
La realidad es muy diferente. Cuando se practica conscientemente, el yoga postural se convierte en la preparación perfecta para meditar: estabiliza el cuerpo, refina la respiración y entrena la atención.
Desde los textos clásicos de Patanjali hasta la ciencia moderna, todo apunta hacia la misma verdad: cuerpo y mente no son opuestos, sino aliados en el camino hacia la quietud interior.
En este artículo descubrirás cómo transformar tu práctica física en una puerta natural hacia la meditación, adaptándola a tu vida cotidiana y tus necesidades específicas.
Contenidos
- El verdadero propósito del yoga postural
- Yoga personalizado vs. yoga generalizado
- El mejor yoga para preparar la mente antes de meditar
- Las 3 claves para meditadores
- Conclusión: aliados perfectos en el camino interior
1. El verdadero propósito del yoga postural
Hablar hoy del propósito del yoga postural no es tarea sencilla. Esta disciplina se ha convertido en un pilar del bienestar contemporáneo, adoptada y reinterpretada por millones de personas en contextos muy distintos.
En medio de esta diversidad, no es raro que lo que se entiende como yoga postural varíe enormemente de un practicante a otro. Sin embargo, ¿existe una perspectiva que conecte esta práctica con el camino meditativo desde la visión contemplativa tradicional?
a. Desmitificando la relación entre yoga y meditación
Para integrar efectivamente yoga postural y meditación, es necesario abordar ciertos mitos que interfieren con el potencial de su práctica conjunta. Estos malentendidos, arraigados tanto en practicantes novatos como experimentados, limitan nuestra comprensión de ambas disciplinas.
1) Primer mito. “El yoga postural es solo un ejercicio físico.”
La idea más extendida es que el yoga postural es principalmente un ejercicio consciente o una vía para mejorar la flexibilidad y aliviar tensiones. Si bien estos son beneficios reales, son efectos secundarios, no su propósito original.
2) Segundo mito. “Son prácticas separadas e incompatibles.”
En ambientes meditativos escucho frecuentemente frases como “el yoga postural no es para mí, soy muy rígido” o “no tengo tiempo para eso, con la meditación me basta.” Estas afirmaciones revelan una comprensión limitada de cómo el yoga postural puede potenciar el camino contemplativo.
3) Tercer mito. “Son prácticas superficiales e intercambiables.”
En el extremo opuesto, muchos practicantes de yoga tienen una visión reducida de la meditación, definiéndola como un método para “enfocarse”, “vivir el presente” o “calmar la ansiedad”. Aunque útiles como punto de partida, estas concepciones no capturan la profundidad transformadora de la práctica meditativa.
4) Cuarto mito: “El yoga puede sustituir completamente la meditación.”
Se ha popularizado la creencia de que el yoga postural es “meditación en movimiento” y que por lo tanto puede reemplazar la práctica meditativa. Esta perspectiva ignora que ambas prácticas tienen funciones específicas y complementarias: el yoga prepara el terreno físico y energético, mientras que la meditación cultiva estados profundos de introspección y liberación mental que requieren quietud corporal.
b. Lo que dicen los maestros clásicos
Aunque el yoga postural moderno se ha desarrollado en un contexto muy distinto al de la India antigua, su propósito esencial sigue vigente, especialmente cuando lo conectamos con la práctica contemplativa. Veamos cómo los textos y maestros tradicionales han definido este propósito:
i. Patanjali y la quietud mental
Los Yoga Sutras de Patanjali, una de las fuentes más antiguas y respetadas del yoga clásico, inician con una declaración clara:
yogaś citta-vṛtti-nirodhaḥ
El yoga es la cesación de las fluctuaciones de la mente.
—Patañjali, Los Yoga Sutra I.2
El objetivo del yoga, desde esta perspectiva, no es el dominio del cuerpo, sino la quietud profunda de la mente. Solo en ese estado de calma, puede el practicante reconocer su verdadera naturaleza (en sánscrito, svarupa).
Esta visión de liberación no es ajena al propósito de la meditación budista: ver con claridad la realidad y liberarse del sufrimiento mental.
ii. Hatha Yoga Pradipika: el cuerpo como preparación
En el siglo XV, el Hatha Yoga Pradipika introdujo de forma sistemática las prácticas físicas —asanas, pranayamas, mudras— no como fines en sí, sino como preparación para el Raja Yoga, el yoga de la meditación:
balēna haṭhayogena rājayogam abhīpsate
Con la fuerza del Haṭha Yoga se busca alcanzar el Raja Yoga.
—Hatha Yoga Pradipika, Capítulo 1, Verso 3
El yoga postural, entonces, puede entenderse como una herramienta que estabiliza el cuerpo, regula la energía y pacifica los sentidos para que la mente pueda entrar con mayor naturalidad en la contemplación profunda.
iii. Krishnamacharya: sabiduría para un mundo moderno
T. Krishnamacharya (1888-1989), considerado el padre del yoga moderno, enseñaba que el yoga es una práctica holística orientada al estilo de vida, integrando todas las capas interconectadas del sistema humano.
Para él, el cuerpo era solo una puerta de entrada. Sus enseñanzas insisten en que el yoga postural debe incluir la respiración, la atención, y un trabajo interior que conduce a la meditación. Muchos de sus discípulos llevaron este enfoque al mundo entero, aunque lamentablemente ha sido reducido solo a lo físico en la cultura de masas.
c. Un puente hacia el quietud interior
El contraste entre un cuerpo relativamente sedentario y una mente agitada no es nuevo, pero en nuestra época se ha intensificado: el cuerpo se mueve poco pero la mente no para jamás. La comodidad externa contrasta más que nunca con un agitado mundo interior.
En este contexto, el yoga postural puede ofrecer un puente entre el ruido cotidiano y la quietud interior que propone la meditación budista.
No se trata de elegir entre una práctica u otra. Se trata de reconocer que, cuando se practica con propósito claro, el yoga postural puede ser un aliado profundo para:
- Sentarnos con mayor estabilidad
- Cultivar la atención desde el cuerpo
- Preparar el terreno para que florezca la experiencia meditativa
Al integrar el movimiento consciente como antesala a la quietud, la práctica del yoga postural se transforma en un acto de apoyo espiritual al servicio del despertar. Tal vez, al comprender esto, más practicantes se animen a sentarse, no desde la obligación, sino desde la naturalidad que nace de un cuerpo preparado, una respiración refinada y una mente en camino hacia la claridad.

2. Yoga personalizado vs. yoga generalizado
La mayoría de personas que se inician en la práctica del yoga comienzan asistiendo a clases grupales. Sin embargo, pocas veces se distingue entre una clase para aprender y una clase para practicar. Generalmente, se da por hecho que acudir a una clase guiada equivale a “hacer yoga”, pero ¿es eso suficiente?
Según los textos tradicionales, la práctica de yoga debería ser algo íntimo, incluso privado. Lo que a ti te ayuda, puede que no sea lo más adecuado para la persona de al lado. La verdadera transformación ocurre cuando la práctica responde a nuestras necesidades reales, no a una fórmula general.
Veamos por qué es tan importante personalizar tu práctica, y cómo hacerlo de forma sencilla y realista.
a. El desafío de clases generalizadas
i. Clases físicas vs. clases con propósito
Muchas clases de yoga postural hoy se ofrecen dentro del mundo del “fitness”, como una forma de ejercicio más. Esto no es problemático siempre que esa clase nos conecte con algo más profundo.
Para saber si esta práctica es beneficiosa, puedes preguntarte:
- ¿Esta práctica me acerca a mi propósito vital?
- ¿Cómo queda mi mente al terminar? ¿Está más disponible para la introspección?
- ¿Qué sensaciones internas me deja?
- ¿Qué deseo inmediatamente después de acabar?
- ¿Este tipo de práctica me da herramientas para ser más autónomo y seguir por mi cuenta?
ii. Clases largas vs. clases accesibles
Muchas sesiones de yoga duran entre 60 y 90 minutos, lo cual puede ser inviable si ya tienes una práctica meditativa diaria y responsabilidades familiares. Por eso es tan útil encontrar formas de practicar en 20 o 30 minutos, con métodos que nutran tu energía vital sin convertirse en un obstáculo para meditar.
b. Adaptar la práctica a tu realidad
La clave de una práctica transformadora no está en seguir un método universal, sino en encontrar lo que realmente necesitas. Para que tu yoga postural se convierta en verdadero apoyo para la meditación, considera estos tres elementos fundamentales:
i. Tu etapa de vida
En la tradición india, se distinguen cuatro etapas vitales (en sánscrito, ashramas):
- Brahmacharya (aprendizaje). Energía abundante, tiempo disponible, enfoque en el crecimiento personal.
- Grihastha (vida familiar). Responsabilidades familiares y laborales, tiempo limitado, necesidad de prácticas eficientes.
- Vanaprastha (retiro gradual): Transición hacia mayor introspección, más tiempo disponible, búsqueda de sentido profundo.
- Sannyasa (renuncia). Dedicación contemplativa, práctica como servicio espiritual.
La mayoría de las clases modernas están diseñadas para la primera etapa: jóvenes con energía y tiempo ilimitados. Sin embargo, si tienes hijos pequeños, estás construyendo una carrera o cuidas familiares, una práctica intensa de 90 minutos puede generar más estrés que beneficio. En cambio, una sesión restaurativa de 20 minutos puede ser infinitamente más valiosa.
ii. Tu estilo de vida actual
Es importante que tu práctica te ayude a compensar y equilibrar tu vida cotidiana, adaptándose a tus necesidades específicas. Por ejemplo, una bailarina profesional que pasa el día en movimiento necesitará más quietud en su práctica, mientras que alguien que trabaja frente al ordenador todo el día puede requerir activar y movilizar energía antes de sentarse a meditar. Estas recomendaciones te ayudarán a encontrar el equilibrio adecuado:
- Trabajo sedentario: despertar la energía, movilizar articulaciones y activar la circulación antes de meditar.
- Trabajo físico: calmar el sistema nervioso, soltar tensiones acumuladas y preparar la quietud mental.
- Viajes frecuentes: practicar secuencias simples, adaptables a espacios pequeños, que regulen los ritmos circadianos
- Estrés crónico: enfocarse en la respiración y en posturas que activen el sistema parasimpático para lograr una transición gradual hacia la calma interior.
iii. Tu visión de la vida
Quizás la pregunta más profunda que debes hacerte es: ¿qué me mueve realmente hacia la práctica de yoga y meditación?
Algunos buscan herramientas prácticas para el bienestar mental y físico. Otros sienten una llamada espiritual profunda hacia el autoconocimiento. Ambos caminos son válidos, pero requieren enfoques diferentes.
Es fundamental que el tipo de yoga que practiques esté alineado con tu visión de vida. Por ejemplo, introducir mantras o símbolos devocionales no tiene sentido si no forman parte de tu camino. En cambio, puedes seguir una práctica profundamente transformadora sin necesidad de adoptar creencias que no resuenen contigo..
Como enseñaba Krishnamacharya, “Yo tengo mis dioses, tú tienes los tuyos. Medita en ellos. La práctica debe adaptarse a tu camino, no al revés.”
Una enseñanza que nos recuerda que el yoga no es un dogma, sino un puente hacia tu desarrollo personal, sea cual sea tu camino.
c. El poder del sankalpa: dar dirección a tu práctica
Sankalpa es una palabra sánscrita que literalmente significa “propósito del corazón”. A diferencia de un objetivo que se busca alcanzar en el futuro, el sankalpa es una intención que se vive en el presente, una semilla de transformación que plantas conscientemente en cada práctica.
Un sankalpa auténtico nace de una reflexión honesta sobre tus necesidades actuales:
Para la preparación meditativa:
- “Cultivo un cuerpo estable y una mente serena”
- “Mi práctica me conduce naturalmente hacia la quietud interior”
Para el equilibrio cotidiano:
- “Encuentro calma en medio del movimiento de mi día”
- “Mi cuerpo y mente se regulan a través de la respiración consciente”
Para el crecimiento personal:
- “Mi práctica me conecta con mi sabiduría interior”
- “Cultivo presencia y compasión hacia mí mismo”
Una vez que has definido tu sankalpa, este se convierte en el hilo conductor de tu sesión. Al comenzar, lo evocas conscientemente. Durante la práctica, cada asana y cada respiración se alinean con esa intención. Al finalizar, observas cómo esa semilla ha germinado en tu experiencia presente.
Esta integración consciente transforma radicalmente tu experiencia: tu práctica deja de ser una serie de ejercicios físicos y se convierte en un ritual personal de conexión contigo mismo, en la que cada movimiento te prepara para encontrar tu hogar natural en la quietud meditativa.

3. El mejor yoga para preparar la mente hacia la meditación
Si tu sankalpa es utilizar el yoga postural como preparación meditativa, necesitas criterios claros para elegir entre la amplia oferta de estilos y métodos que hoy existen. No todos los tipos de yoga conducen naturalmente a la quietud mental que requiere la meditación profunda.
La clave está en comprender de qué manera las diferentes prácticas afectan tu estado interno y elegir conscientemente aquellas que te llevan hacia la claridad, estabilidad y presencia.
a. Los tres gunas: tu brújula interior
En la visión del yoga, toda la naturaleza está influida por tres cualidades fundamentales llamadas gunas: tamas, rajas y sattva. Estas no solo se manifiestan en el mundo exterior, sino también en nuestro cuerpo, emociones y mente. La práctica de yoga busca primero equilibrarlas, y después trascenderlas. Reconocer cuál predomina en ti te permite elegir la práctica más adecuada para prepararte para la meditación.
i. Rajas: cuando la mente no para
- Señales físicas: inquietud, tensión muscular, impulsividad.
- Señales emocionales: ansiedad, impaciencia, euforia, cambios de humor, reactividad.
- Señales mentales: exceso de pensamientos, dificultad para concentrarse, mente dispersa.
Cuando predomina rajas, sentarse directamente a meditar es como intentar calmar un lago agitado con una mano. Tu práctica de yoga debería ayudarte a descargar esa energía excesiva a través del movimiento consciente antes de buscar la quietud.
Práctica recomendada: secuencias dinámicas que canalicen la energía, seguidas de posturas calmantes e invertidas suaves.
ii. Tamas: cuando todo te cuesta
- Señales físicas: letargo, cansancio, falta de energía.
- Señales emocionales: apatía, tristeza, desmotivación, pesimismo
- Señales mentales: confusión, niebla mental, olvido.
Meditar en estado tamásico conduce más a la somnolencia que a la claridad. Deberías orientar tu práctica a despertar energía vital sin sobreestimular el sistema nervioso.
Práctica recomendada: secuencias activadoras pero moderadas, posturas de pie, respiraciones energizantes.
iii. Sattva: el estado ideal para la meditación
- Señales físicas: ligereza corporal, estabilidad natural, vitalidad tranquila.
- Señales emocionales: calma, contento, equilibrio.
- Señales mentales: claridad, presencia, atención naturalmente enfocada, lucidez.
Sattva es el estado al que aspira toda práctica de yoga orientada a la meditación. No es excitación ni pesadez, sino una energía equilibrada y lúcida en que la mente se vuelve naturalmente atenta y el cuerpo no distrae.
b. El sistema nervioso en la era moderna
La neurociencia confirma lo que los yoguis han sabido durante milenios: el estado del cuerpo determina el estado de la mente. Nuestro sistema nervioso tiene dos ramas principales:
- Sistema simpático: activa el cuerpo ante situaciones de alerta o esfuerzo.
- Sistema parasimpático: favorece el descanso, la digestión y la regeneración.
Muchas veces intentamos meditar cuando aún estamos en modo simpático: acelerados, tensos, agitados. En estos casos, las prácticas de yoga que descargan el exceso de energía a través del movimiento y finalizan con posturas calmantes e invertidas pueden ayudar a transitar al sistema parasimpático, facilitando un estado propicio para la introspección.
Por otro lado, si venimos de un estado muy tamásico —con fatiga crónica, sedentarismo o niebla mental—, la meditación puede convertirse en una excusa para desconectar aún más, en lugar de generar claridad. En estos casos, lo ideal es recurrir a prácticas breves, dinámicas y revitalizantes que despierten la energía sin sobreestimular.
Un error frecuente es confundir el sattva con la sensación placentera que deja el cansancio físico. El yoga no busca agotarnos, sino refinarnos. El cansancio lleva al deseo de comer o dormir. Sattva, en cambio, lleva a la claridad y la contemplación.
Por eso es tan importante la honestidad interna. Debemos preguntarnos: ¿cómo me deja esta práctica? ¿Estoy más lúcido y despierto, o solo relajado y cansado? Una práctica de yoga bien diseñada puede facilitar la transición del modo simpático al parasimpático, creando las condiciones neurológicas óptimas para la meditación.
c. La respiración como puente natural hacia la quietud
En la tradición de Krishnamacharya, la respiración lidera el movimiento, no al revés. Esta inversión de prioridades transforma radicalmente la práctica:
- Cuando la respiración es amplia, suave y consciente, la mente se interioriza naturalmente.
- Cuando el movimiento sigue al ritmo respiratorio, cada asana se convierte en una forma de meditación en movimiento.
Sri K. Pattabhi Jois (1915-2009), uno de los discípulos más conocidos de Krishnamacharya, decía con humor, “Meditar es fácil. Lo difícil es la práctica de asana”.
Cuando el cuerpo se ha refinado y la respiración se ha vuelto un refugio, sentarse a meditar se vuelve casi inevitable.
d. Hacia una práctica que nutra el silencio
Si deseas que tu práctica de yoga postural sea un verdadero aliado de la meditación, no basta con moverse, estirarse o sudar. Debe conducirte a estados de armonía, claridad y equilibrio. Es decir, a sattva.
El mejor indicador no es lo que haces, sino cómo te sientes. Observa:
- Durante la práctica de yoga, ¿tu respiración se vuelve más fina, silenciosa y constante?
- Al finalizarla, ¿sientes la mente más presente, ligera y enfocada?
- ¿Surge naturalmente el deseo de permanecer en quietud?
Cuando estos signos aparecen, sabes que tu práctica de yoga está cumpliendo su función más elevada: preparar el terreno para que la meditación florezca sin esfuerzo.

4. Las 3 claves esenciales para meditadores
Una de las mayores dificultades al integrar yoga y meditación es encontrar el equilibrio entre ambas prácticas sin que una eclipse a la otra. En retiros intensos, el yoga queda relegado. Por el contrario, en períodos de práctica física intensa, la meditación se vuelve secundaria.
Mantener la consistencia entre ambas es todo un aprendizaje. Pero más allá del equilibrio externo, la pregunta clave siempre ha sido: ¿cuál es mi intención detrás de cada práctica?
Con los años he descubierto que muchas veces nos exigimos resultados irreales, y al no alcanzarlos, nos frustramos. A mí me ha servido mucho dejar de perseguir resultados y aprender a disfrutar de cada práctica, por sencilla que sea. Lo verdaderamente importante es crear una práctica sostenida en el tiempo, y para eso, cada momento cuenta.
Mi lema es «Menos es más». De hecho, algunas de mis mejores prácticas comenzaron diciendo: “Hoy solo haré unos saludos al sol…”
a. Dimensión física: construir estabilidad desde la base
Para que tu práctica de yoga postural realmente te prepare para la meditación, es fundamental fortalecer conscientemente tres zonas clave e interconectadas que te permitirán sentarte con estabilidad y comodidad durante largos períodos de meditación.
i. El bajo vientre (hara)
Tu bajo vientre es el centro de gravedad y estabilidad de todo el cuerpo. Cuando esta zona está débil —por sedentarismo, postparto o falta de atención— inevitablemente aparecen molestias lumbares durante la meditación.
Práctica clave: trabajar la exhalación llevando conscientemente el ombligo hacia la columna (apana kriya). Este simple gesto fortalece el core profundo y previene dolores de espalda.
ii. Las piernas como cimientos
Unas piernas fuertes y activas son la base de un abdomen tonificado. Sin esta fundación, es imposible mantener la columna erguida sin esfuerzo durante largos períodos.
Práctica clave: enfatizar posturas de pie que desarrollen fuerza y estabilidad en las extremidades inferiores. Es por eso que tradiciones como Ashtanga Vinyasa comienzan siempre con secuencias de pie.
iii. Articulaciones conscientes
Comprender la anatomía básica previene lesiones y permite un progreso sostenible. Las rodillas, por ejemplo, están diseñadas para flexión y extensión, no para rotación. Forzar posturas como loto o medio loto sin preparar gradualmente las caderas es una receta para la lesión.
Práctica clave: conocer, cuidar y preparar el cuerpo. Desarrollar movilidad articular respetando los límites anatómicos y progresando pacientemente.
b. Dimensión energética: la respiración como puente
Entre el cuerpo físico y la mente sutil está el cuerpo energético, gobernado principalmente por la respiración. Dominar esta dimensión es lo que convierte el yoga postural en verdadera preparación meditativa.
i. Refinar la exhalación
La exhalación es tu herramienta más poderosa para acceder a estados meditativos. No se trata de alargarla forzadamente, sino de refinarla hasta que se vuelva suave, silenciosa y completamente consciente.
Práctica clave: enfocar tu atención en la calidad de la exhalación en cada postura. Siente cómo cada salida del aire está asociada al gesto interior de soltar, de entregarse.
ii. Despertar fuerzas opuestas
Cuando activas conscientemente direcciones opuestas dentro de una misma postura, despiertas los bandhas (cierres energéticos) sin forzarlos.
Ejemplo práctico: en adho mukha svanasana (perro hacia abajo), empuja las manos firmemente hacia el suelo y hacia delante mientras elevas las caderas hacia atrás y arriba. Esta oposición consciente genera una expansión natural de la columna y una activación energética genuina que puede ser una aliada muy poderosa para la meditación.
c. Dimensión mental: entrenar la atención meditativa
La mente que vas cultivando en el yoga es la misma mente que vas a encontrar en la meditación. Por eso es crucial entrenar ciertos hábitos atencionales durante la práctica física.
i. Respiración más larga que el movimiento
Cuando inviertes las prioridades y permites que la respiración lidere el movimiento —en lugar de que el cuerpo dicte el ritmo— cada transición se convierte en un acto de interiorización.
Práctica clave: en cada cambio de postura, asegúrate de que el movimiento nunca sea más rápido que tu capacidad de mantener una respiración consciente y conectada.
ii. La mirada interna (drishti)
Drishti trasciende la simple dirección de la mirada en cada postura; es el cultivo de una atención sostenida durante toda la práctica. Este entrenamiento de la atención se traduce directamente en mayor concentración durante la meditación sentada.
Práctica clave: observa el movimiento de los ojos y lo que guía ese movimiento cuando practicas. Permite que, durante momentos en la práctica, el mundo externo se funda con el interno a través de la mirada.
iii. Integración: cuando las tres dimensiones se unifican
Cuando cuerpo, respiración y mente trabajan de forma integral, algo extraordinario sucede: la práctica de yoga se convierte en meditación en movimiento, y sentarse en quietud se vuelve la continuación natural de esa misma calidad de presencia.
Este es el verdadero propósito del yoga postural para meditadores: no agotarse físicamente, sino refinarse hasta que la quietud emerja como el estado más natural y deseado.

5. Conclusión: aliados perfectos en el camino interior
Hemos recorrido un camino que va desde los mitos que separan el yoga de la meditación hasta las claves prácticas que los integran. La pregunta inicial,¿son sustitutos o aliados?, encuentra ahora una respuesta clara: son aliados perfectos cuando se practican con conciencia y propósito.
El yoga postural como preparación natural
Lo que hemos descubierto es que el yoga postural, cuando se practica desde la comprensión tradicional, no es un mero ejercicio físico con un toque espiritual. Es una tecnología refinada de preparación para la meditación que trabaja simultáneamente el cuerpo, la respiración y la mente.
Los maestros clásicos lo sabían: Patanjali buscaba la quietud mental, el Hatha Yoga Pradipika usaba el cuerpo para alcanzar estados superiores, y Krishnamacharya enseñaba que todo debe adaptarse al practicante, no al revés.
Más allá de las fórmulas universales
No existe una secuencia mágica que funcione para todos. Pero sí existen principios universales: reconocer tu estado actual (gunas), adaptar la práctica a tu realidad (etapa vital, estilo de vida, búsqueda personal), definir un sankalpa claro y trabajar conscientemente las tres dimensiones de la experiencia humana.
Cuando estos elementos se alinean, algo extraordinario sucede: el cuerpo deja de ser un obstáculo para la meditación y se convierte en su mejor aliado. La respiración se refina naturalmente, la mente se aquieta, y sentarse en quietud no se siente como una imposición, sino como la continuación orgánica de la práctica.
Tu propia integración: una invitación personal
Cada practicante debe encontrar su propia manera de integrar yoga y meditación. No hay reglas fijas, pero sí una pregunta orientadora: ¿mi práctica de yoga me lleva hacia mayor claridad, estabilidad y presencia?
Si la respuesta es sí, estás en el camino correcto. Si es no, quizás sea momento de ajustar el enfoque, recordando que el yoga no busca agotarte físicamente, sino prepararte para que la quietud emerja como tu estado más natural.
Una pregunta para la reflexión
Cuando comenzamos este artículo, te pregunté si habías sentido que tenías que elegir entre yoga y meditación. Ahora que hemos explorado juntos su profunda complementariedad, me surge una pregunta diferente:
¿Cómo sería tu vida si tu cuerpo, tu respiración y tu mente trabajaran como aliados conscientes hacia la misma dirección?
¿Y tú, cómo lo vives?
¿Has sentido también que tienes que elegir entre cuerpo o mente, entre moverte o meditar?
Me encantaría conocer tu experiencia:
¿Qué papel está jugando el yoga postural en tu camino meditativo?
¿Has notado cambios en tu capacidad de meditar después de una práctica consciente de asanas?
¿Cómo adaptas ambas prácticas a tu día a día?
Comparte tu experiencia en los comentarios. Cada historia inspira y enriquece nuestra comprensión colectiva de este hermoso camino de integración.
Te leo abajo.

11 respuestas
Excelente Sherab.
Un gusto leerte.
Preciso, claro y muy practico.
Con los aspectos claves que todo estudiante/practicante ha de conocer e integrar para armonizarse y brillar.
Me gustaria
destacar esto :
“Que los practicantes se animen a sentarse, no desde la obligación, sino desde la naturalidad que nace de un cuerpo preparado, una respiración refinada y una mente en camino hacia la claridad”.
Como practicante en meditacion budista y tambien estudiante e instructora de yoga me siento muy agradecida de haber encontrado ambos caminos, y gracias a maestros como Krishnamacharya, Desikachar y otros contemporáneos apostar por el verdadero yoga que nace de esta comprensión de “sinergia y armonización” de ambas disciplinas.
Me alegra que compartas tu buen hacer😊☸️🕉️🙏🏽 y con regocijo difundo tu articulo entre amigos y practicantes.
Un fuerte abrazo y ganas de conocerte personalmente.
Buena practica😉🙏🏽
¡Gracias Myriam por tu comentario!
Namaste Sherab.🙏🧘♂️🌷
Muchísimas gracias Alejandro, muy interesante. Un súper mega Dharma-abrazo
Querido Ale!!!! Nuestro profe de yoga en la tierra mágica de Katmandú 🙏
Un gran maestro, me regocijo en tu entusiasmo y motivación para difundir este bello camino. Gracias por tu excelente publicación
Te mando fuerte abrazo y bendiciones para tu proyecto on linea🙏🙏🙏
Excelente artículo, soy practicante de yoga y estudiante del Dharma en Paramita y me encantó la explicación que haces sobre la relación entre los dos grandes pilares , Muchas gracias .
Me gustó mucho esta publicación.
La manera como se muestra y explica la filosofía yóguica y la meditación como parte integral.
La claridad que deja el artículo permite facilmente buscar integrar elcyoga postural y la meditación mas fácil.
Gracias.
✨ Querid@s tod@s, gracias de corazón por vuestras palabras tan bonitas e inspiradoras. Leer vuestros comentarios me llena de alegría y me recuerda que este camino del yoga y la meditación cobra verdadero sentido cuando lo compartimos.
Me inspira saber que las reflexiones del artículo os han resultado útiles para unir el yoga y la meditación en una sola disciplina. Ese es precisamente el espíritu con el que escribo: tender puentes entre la experiencia personal y las enseñanzas que recibimos.
Un gran abrazo lleno de gratitud y energía luminosa para cada un@ de vosotr@s.
Que vuestra práctica siga creciendo con claridad y confianza 🌿🙏
Estimado Alejandro:
Estaba buscando un artículo como este. Gracias!
María Paz.
Hola Alejandro!
Me atrapó intensamente tu artículo.
Lo tomaré como guía ya que estaba buscando algo así… que me aportase recomendaciones para las 2 prácticas, basado en experiencia + conocimiento …
Muchas gracias por esta entrega para todos los seres.
Excelente artículo, muy bien explicado, me ayudó a comprender y a relacionar las dos prácticas. Gracias.