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Geriatría y cuidados paliativos con corazón budista


Amalia murió con 90 años. Me acompañó desde que nací. Nos veíamos en vacaciones; era la cuidadora de mi abuela. Yo deseaba que llegara el verano solo para estar con ella. ¡Cómo disfrutaba de esos veranos tan llenos de sol, aire y amor hacia esa mujer que siempre me quiso de forma incondicional!

Con ella aprendí a amar la naturaleza. Juntas criamos patos, faisanes, palomas y canarios. Me enseñó lo exigente que es el campo: levantarse a las 5 de la mañana, ordeñar vacas, atropar la hierba, guisar, limpiar… Sus brazos y manos tenían tanta fuerza y decisión que todo lo hacía fácil.

Yo fui creciendo y ella envejeciendo. Observaba cómo sus manos se adornaban de pequeñas máculas café con leche, espejo del deterioro natural de su cuerpo. Su fuerza se transformó en fragilidad, su coraje en vulnerabilidad. Al verla, solo brotaba ternura. De cuidadora a ser cuidada. 

Sin saberlo, Amalia me enseñó a valorar la vejez como una etapa natural y preciosa de la vida. Curiosamente, sus lecciones sobre la naturalidad y dignidad del envejecimiento resonaban con muchas de las verdades que descubriría en la medicina y el budismo. La convergencia de estos dos caminos me ha permitido desarrollar una visión integradora del envejecimiento y la muerte, enriquecida por aquellas primeras enseñanzas que ella me dejó. Esta combinación de experiencias personales y conocimientos profesionales ha moldeado mi forma de entender el final de la vida como un momento valioso, lleno de posibilidades y merecedor del mismo respeto que cualquier otra etapa.

En esta reflexión personal, compartiré cómo la medicina y el budismo se han complementado, permitiéndome ofrecer un acompañamiento más compasivo y consciente a las personas mayores y a las que están al final de la vida. Honraré así la sabiduría innata que personas como Amalia nos transmiten a través de su propio proceso de envejecer.

Contenidos

  1. El envejecimiento: una perspectiva médica y budista
  2. La ciencia del envejecimiento: gerontología y geriatría
  3. Longevidad y calidad de vida
    1. Esperanza de vida: tendencias y concepciones actuales
    2. La visión budista de la tercera edad
  4. Acompañando el final de la vida: cuidados paliativos
  5. Mi práctica integrada: geriatría y paliativos desde una perspectiva budista
    1. Como geriatra
      1. La no-dualidad en la práctica clínica
      2. La impermanencia como herramienta terapéutica
      3. Transcendiendo los ocho dharmas mundanos
    2. Como médica paliativista

1. El envejecimiento: una perspectiva médica y budista

Envejecer es un proceso natural y progresivo que vivimos todos los seres. Desde la medicina, observamos cómo nuestro cuerpo se transforma con los años: la piel pierde su elasticidad, los huesos se vuelven menos densos, los músculos reducen su masa, la visión y la audición disminuyen, las arterias, las venas y el corazón se vuelven más rígidos, los músculos respiratorios se debilitan, y nuestras defensas no son tan robustas. Estos cambios no son una enfermedad, sino una parte natural de la vida.

Este proceso comienza después de alcanzar nuestra madurez física y trae consigo una disminución gradual de nuestras funciones biológicas que continúa paulatinamente hasta el fallecimiento. A pesar de esto, hay algo hermoso en cómo funciona nuestro organismo: mantiene una “reserva funcional”. Es como un fondo de ahorro energético, una capacidad superior a la que necesitamos diariamente. Esta reserva nos permite disfrutar plenamente de la vida aunque algunas actividades requieran más esfuerzo o tiempo.

Desde la mirada budista, este camino de transformación nos enseña sobre tres sellos de la existencia: la impermanencia —nada permanece igual, todo fluye y es transitorio—; el sufrimiento —que existe y se manifiesta en todo lo que depende de causas y condiciones, desde lo más burdo hasta lo más sutil—; y la ausencia de un “yo” permanente —nuestra identidad evoluciona constantemente a lo largo de la vida.

Estos conocimientos médicos y filosóficos, lejos de ser desalentadores, nos invitan a tejer una relación más liviana y sabia con nuestro propio envejecer. Nos permiten apreciar cada etapa por lo que realmente ofrece, encontrando valor incluso en las limitaciones que aparecen con el tiempo.

2. La ciencia del envejecimiento: gerontología y geriatría

La gerontología es la ciencia que estudia cómo envejecen los seres vivos. Busca entender este proceso para poder ralentizarlo, prevenir las enfermedades asociadas y mejorar la calidad de vida durante estos años.

La geriatría, por su parte, es la rama de la medicina que se especializa en las personas mayores. Se ocupa de prevenir, diagnosticar y tratar las enfermedades propias de la edad. Su objetivo principal es postergar y superar la pérdida de autonomía de la persona el mayor tiempo posible.

El geriatra, que es el médico especializado en las personas de edad, tiene una visión holística del enfermo. Tiene en cuenta todos los aspectos que forman parte de la vida de la persona incluyendo lo trascendental. Por ello, siempre trabajamos en equipo con profesionales de otras esferas como enfermería, fisioterapia, trabajo social, psicología y terapia ocupacional, por mencionar solo algunos. Es un trabajo multidisciplinario. Este enfoque nos permite atender a la persona de forma integral.

Al envejecer, pueden aparecer varias enfermedades que necesitan tratamientos diversos. Estos tratamientos pueden afectar a su vez a diferentes órganos e interaccionar entre sí. Esto a veces provoca una “cascada de problemas” que solo podemos abordar con esa visión global de la persona. Así logramos manejar adecuadamente la presencia de múltiples enfermedades y medicamentos.

En nuestra atención al mayor, siempre escuchamos sus necesidades y respetamos sus decisiones. Hemos dejado atrás el antiguo modelo paternalista en el que el médico decidía por el paciente. Hoy es prioritario respetar la autonomía de cada persona: si desea recibir tratamiento, hasta dónde quiere llegar con él y cuándo prefiere finalizarlo.

3. Longevidad y calidad de vida

a. Esperanza de vida: tendencias y concepciones actuales

El envejecimiento de una población se define como el aumento de la proporción de personas mayores de 65 años respecto de la totalidad de los individuos. En los países occidentales, la esperanza de vida ha experimentado grandes avances gracias a mejores condiciones de salud, avances tecnológicos, mayor acceso a servicios sanitarios y estilos de vida más saludables.

Según el Instituto Nacional de Estadística de España, entre 2002 y 2022, la esperanza de vida al nacimiento aumentó: de 76,4 a 80,4 años en hombres y de 83,1 a 85,7 años en mujeres. Esta mayor longevidad conlleva, naturalmente, más probabilidad de desarrollar enfermedades degenerativas.

Sin embargo, existe una concepción errónea de que el envejecimiento demográfico solo trae aspectos negativos. La realidad actual es muy diferente. La mayoría de las personas de edad no están tristes, ni deprimidas ni enfermas. De hecho, gran parte de los sexagenarios gozan de buena salud, cuidan de sus familias y participan activamente en la sociedad. El envejecimiento de la población no es un problema social, sino un logro que refleja el éxito de nuestros sistemas de salud y bienestar.

Mientras que los avances médicos han extendido nuestra esperanza de vida, cabe preguntarse cómo podemos dotar de significado y propósito estos años adicionales. En este sentido, la filosofía budista ofrece una perspectiva que enriquece nuestra comprensión de lo que significa envejecer con plenitud.

b. La visión budista de la tercera edad

Desde la filosofía budista, la longevidad adquiere un significado profundo que complementa la visión médica. Mientras que desde la medicina buscamos añadir años a la vida, el budismo nos invita a añadir vida a los años, enfocándonos en el propósito con el que vivimos cada día.

El budismo sostiene que el verdadero propósito de nuestra existencia no es simplemente estar sanos y acumular riqueza o conocimientos, sino beneficiar a otros seres. Según esta visión, toda nuestra felicidad —pasada, presente y futura— proviene de la amabilidad hacia otros, mientras que el egocentrismo es la fuente de nuestros problemas. Debido a esta obsesión con nuestro “yo”, solemos adoptar comportamientos autodestructivos que muchas veces nos provocan enfermedades.

Este planteamiento ofrece una visión renovada para las personas mayores: la edad avanzada no es un tiempo de pérdida, sino una oportunidad para profundizar en la sabiduría y la compasión. Los años adicionales que la medicina moderna nos ha regalado pueden convertirse en un periodo extraordinariamente valioso para desarrollar cualidades mentales positivas y beneficiar a quienes nos rodean.

Cuando los objetivos limitados (como mantener la salud) se transforman en el objetivo ilimitado de ayudar a otros, incluso las dificultades propias del envejecimiento pueden convertirse en experiencias significativas. Las enseñanzas budistas sugieren que lo que realmente determina nuestra calidad de vida no son las circunstancias externas o la salud física, sino nuestra actitud mental.

Este enfoque complementa perfectamente la visión médica integral. Mientras la geriatría se ocupa del bienestar físico, psicológico y social de la persona mayor, el budismo profundiza en la dimensión espiritual y el cultivo de la mente. Estas herramientas adicionales transforman potencialmente la experiencia del envejecimiento, transmutando un proceso de pérdida en uno de ganancia, sabiduría y sentido.

Al integrar tanto la perspectiva médica como la budista, obtenemos una visión más completa del envejecimiento. Los avances sanitarios nos proporcionan más años de vida, mientras que las enseñanzas budistas nos ofrecen herramientas para llenarlos de significado. Esta complementariedad entre ciencia y espiritualidad puede transformar nuestra manera de entender y experimentar la vejez, convirtiéndola en una etapa no solo de longevidad, sino de verdadera plenitud.

4. Acompañando el final de la vida: cuidados paliativos

Mi formación en medicina tradicional me llevó inicialmente a enfocarme en restablecer la salud de mis pacientes. Sin embargo, pronto observé que a veces nos empeñamos en salvar vidas cuando lo más adecuado sería limitar el esfuerzo terapéutico y acompañar en el proceso de morir. Fue entonces cuando decidí orientar mi carrera hacia los cuidados paliativos.

Ya en el siglo XVI existía la idea de “curar a veces, mejorar a menudo, consolar siempre”.

En 2002, la Organización Mundial de la Salud definió los cuidados paliativos como el enfoque para mejorar la calidad de vida de pacientes y familias que enfrentan enfermedades terminales. Estos cuidados previenen y alivian el sufrimiento mediante la identificación temprana, la correcta valoración y el tratamiento del dolor y otros problemas físicos, psicológicos y espirituales.

Los cuidados paliativos afirman la vida y consideran la muerte como un proceso natural. No buscan acelerar ni retrasar el final.

El paciente cercano a la muerte presenta múltiples síntomas que cambian rápidamente, lo que hace su atención muy compleja. Esta complejidad se refleja en nuestro trabajo diario: debemos ajustar tratamientos múltiples varias veces al día, tomar decisiones difíciles, comunicar malas noticias y escuchar activamente en un contexto de trabajo extremadamente exigente.

También debemos abordar la angustia de las familias cuando recetamos morfina y desmontar los mitos que rodean este medicamento.

A pesar de estos desafíos, el equipo asistencial trabaja unido con un único objetivo: aliviar el sufrimiento del paciente y su familia. La compasión es la base de nuestro trabajo.

5. Mi práctica integrada: geriatría y paliativos desde una visión budista

Cuando el Dharma llegó a mi vida, transformó profundamente mi actividad profesional, revelándome dimensiones más profundas de la experiencia humana.

a. Como geriatra

i. La no-dualidad en la práctica clínica

Comencé a ver la enfermedad no como algo negativo, sino como parte natural del mundo. En nuestra realidad, los opuestos existen juntos: no hay alto sin bajo, ni izquierda sin derecha. La salud y la enfermedad funcionan de igual manera. Este entendimiento me permite acompañar a mis pacientes sin juzgarlos. Reconozco que incluso las situaciones difíciles contienen oportunidades de crecimiento.

ii. La impermanencia como herramienta terapéutica

La conciencia de la impermanencia es fundamental. Cuando estamos sanos tenemos que saber que eso no será así siempre y enfermaremos antes o después. Por ello, en geriatría me he centrado en ayudar a los pacientes a ver su enfermedad como algo natural e intrínseco a la vida. Les animo a considerarla como una oportunidad, no como adversidad.

iii. Transcendiendo los ocho dharmas mundanos

Cómo dice Charlotte Joko Beck (Aceptación Radical, Capítulo 7):

Tenemos que hacer frente al dolor del que hemos estado huyendo. De hecho, tenemos que aprender a reposar en él y a dejar que nos transforme su energía abrasadora.

Esta idea me conecta con dos de los contrapuestos de los ocho dharmas mundanos: la búsqueda del placer y la huida de la aversión, la incomodidad o el dolor…

Los pacientes suelen llegar a consulta queriendo soluciones inmediatas para sus síntomas. Buscan la pastilla milagrosa. Muchos no son conscientes de que llevan años comiendo mal, sin hacer ejercicio, fumando o bebiendo alcohol. Con compasión, les informo sin juzgarlos. Les explico que no solo trataremos los síntomas, sino que debemos buscar la causa del problema.

En el camino hacia el alivio, es necesario esforzarse para recuperar la salud. Cuando la enfermedad está avanzada, mi labor es acompañar. Les hago saber que no están solos y que el dolor físico no tiene que convertirse en sufrimiento emocional.

Esta distinción entre dolor y sufrimiento ha sido mi enseñanza más valiosa. También me llevó a interesarme por los cuidados paliativos, en los que esta sabiduría transforma vidas.

b. Como médica paliativista

La lectura de El libro tibetano de los muertos, El libro tibetano de la vida y la muerte y otros textos, transformó completamente mi visión sobre la muerte. Este cambio de perspectiva modificó mi práctica clínica:

Antes de entrar en cada habitación del hospital, realizo una respiración profunda para mejorar mi estado de presencia.

Como dice Joan Halifax: “Espalda fuerte y corazón suave”.

Visualizo al Buddha de la Medicina en mi coronilla (tras haber recibido la iniciación) para que me ayude a aliviar el sufrimiento de la persona que voy a visitar.

Al entrar en la habitación, saludo al paciente siempre por su nombre. No es un número, una cama o una enfermedad. Es un ser humano. Le sonrío aunque no quiera mirarme ni saludarme —muchos están enfadados con la vida, con su dios o consigo mismos.

Me siento al borde de la cama y en silencio le acompaño. Si el paciente abre su corazón, intento ayudarle a comprender el proceso de morir. Busco que vea este proceso como una oportunidad para partir en paz, sin rencores, sin apegos y sin ira.

He transformado mi lado de “cuidadora heroína” en una actitud de compasión hacia mí misma y hacia los demás, con la mayor humildad y ecuanimidad posible. Simplemente acompaño en este proceso.

Cuando el paciente está en fase de agonía, observo con más atención cómo los elementos se disuelven. Esto me permite acercarme mejor a ese momento final, donde lo que ocurre en la habitación es crucial:

  • Aconsejo no encender la televisión con programas que puedan perturbar la mente que está separándose del cuerpo.
  • Recomiendo evitar conversaciones dañinas y discusiones entre familiares.
  • Promuevo un ambiente de paz y serenidad en la habitación, e invito a familiares y amigos a que acompañen a su ser querido con palabras amables, expresándole su amor y asegurándole que todo está y estará bien.
  • Una vez fallecido el paciente, le deseo un buen renacimiento.

Al llegar a casa después del trabajo, rezo la Oración de Transferencia de Mérito a una Persona Fallecida para ayudar a ese ser humano con quien he compartido el precioso momento de morir, para que pueda tener un buen renacimiento.

6. Reflexión final

Te invito a una pregunta personal: ¿Has pensado alguna vez en prepararte para tu propia muerte?

Aunque pueda parecer un tema difícil, conocer el proceso de morir puede transformar profundamente tu vida actual. Los textos mencionados en la bibliografía pueden ayudarte a acercarte con serenidad a ese momento que, sin duda, llegará para todos nosotros.

No se trata de generar miedo, sino todo lo contrario. Se trata de vivir con mayor consciencia y plenitud cada día, valorando el regalo del presente.

¡Muchas gracias por acercarte un poco más a mi hermosa profesión!
 



Bibliografía

INE. Instituto Nacional de Estadística.

Brach, Tara. Aceptación Radical. Madrid: Gaia, 2013.

Halifax, Joan. Estar con los que mueren: Cultivar la compasión y la valentía en presencia de la muerte. Barcelona: Kairós, 2019.

Lama Zopa Rimpoché. 2009, 2012. Curación definitiva. El poder de la compasión. Novelda (Alicante): Ediciones Dharma.

Padma Sambhava. El libro tibetano de los muertos. Traducción, introducción y comentarios de Robert A. Thurman. Prólogo del Dalái Lama. Barcelona: Editorial Kairós, 1999 p 2022.

Robles Raya, María José. “Definición y objetivos de la especialidad de geriatría.” En Tratado de Geriatría para residentes, 25-32. Madrid: Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, 2007.

Sogyal Rimpoché. El libro tibetano de la vida y la muerte. Barcelona: Urano, 2015.

 


 

Imagen de Elena Navarro Hevia

Elena Navarro Hevia

Médica especialista en Geriatría y Cuidados Paliativos. Practicante budista.

33 respuestas

  1. Muchas gracias Elena; que gran y hermosa labor.

    Me regocijo de que tu mente y corazon esten abiertos a tener esa vision que el precioso dharma ofrece.

    Me regocijo porque efectivamente estar cerca de la muerte nos abre a otra comprensión de la realidad.

    Gracias por tu Bodhichitta emprendedora😉💚🙏🏽
    Que siga floreciendo!

  2. Muchas gracias, me has ayudado mucho a entender la perspectiva budista sobre este tema conjuntamente con tu experiencia personal. Gracias por existir, y hacer de este mundo uno mas amoroso y consciente de que cada ser es la joya más maravillosa del universo. 🙏 Gracias, gracias, gracias…

  3. Querida Elena, muchísimas gracias x este precioso artículo. Que importante acompañar a los que nos dejan en ese momento crucial con amor y compasión. Un super mega Dharma-abrazo y gracias x compartir

  4. Muchas gracias Pilar, Myriam, M. Luz, Carmen y V. Kunga. Trabajo muy enriquecedor al estar regado con el Dharma. Gracias a vosotras por leerlo y agradecérmelo. Me alegra que os haya inspirado porque eso hace en mí, ser más fuerte y presente en mi trabajo desde la humildad . Un fuerte abrazo a todas.

  5. Gracias , Elena , precioso artículo . Me regocijo por tu preciosa labor. Un abrazo

  6. Elena querida, cuánto agradezco y me regocijo por tí, por este maravilloso artículo tan enriquecedor. La bodhichita que emprende se manifiesta en tu compasiva tarea. Gracias por tu enseñanza.

  7. Gracias Marta, Silvia y Ana. Bodhichitta, qué palabra tan hermosa y grande. Ya Myriam ha hecho referencia a ella. Pero qué difícil en el estrés del día a día mantenerla sin distracción, pero ahí está el mantenernos en el presente con cuidado, vigilancia y recolección como nos indica nuestro maravilloso maestro Venerable Khenpo Rinchen. Gracias a todas

  8. Muchas gracias, querida Elena. Me alegro de que hayas podido compartir todo esto con nosotros… Y, sobre todo, me alegro por todo el bien que has hecho y haces a las personas a las que acompañas y a sus allegados.
    Por otro lado, ¡qué importante reconciliarse con esa parte de la vida que es la muerte! ¡Ojalá podamos vivirla con serenidad y consciencia cuando llegue nuestro momento!

  9. Efectivamente Esther, qué importante es reconciliarse. Por desgracia vivimos en una sociedad que esconde la muerte, no habla de ella. Al difunto lo incineran en 24h y todo terminó. Queda mucho trabajo por hacer para lograr que nuestra sociedad se reconcilie con la muerte y forme parte de nuestra vida como algo natural y no trágico. Gracias por tu comentario

  10. Querida Elena. Muchas gracias por este precioso artículo. Me regocijo por ti y por todos tus pacientes, es muy enriquecedor enfocar tu labor profesional desde la perspectiva budista. Un fuerte abrazo 🤗🙏🏽☸️

  11. Gracias Gloria por tu comentario. El Dharma cambió totalmente mi enfoque al paciente y me ayuda a que la compasión invada mi quehacer diario. Mi profesión ha sido un regalo para tener la oportunidad de crecer en el camino espiritual. A mía pacientes sólo puedo darles las gracias por haber estado en mi vida. Gracias de nuevo

  12. Muchas gracias Elena!!!
    Por compartir tu experiencia y sabiduría en el Budismo, aplicada en la noble profesión médica y en esta rama en especial, donde la compasión es el eje fundamental del accionar médico. Gracias por inspirar nuestra práctica 🙏🪷

  13. Bartracovi, muchas gracias. Me alegra que te inspire. Que el artículo beneficie a todos los seres. Gracias

  14. Precioso testimonio , gracias por la integridad en tus cuidados y la armonización con la práctica del Dharma.
    Me gustaría preguntar: dentro de la Suprema Compasión hacia ese ser que se apaga, si sufre…¿cabría aplicar la eutanasia si la ha pedido? No tengo muy clara la postura budista ante este tema.
    Y respeto que la » especialidad» de cuidados paliativos no contemple ese final…¿ o sí cabría, dentro de los supuestos de incurabilidad y gran sufrimiento para la persona?
    Muchas gracias y mis mejores deseos.

  15. José Manuel, los cuidados paliativos surgen para aliviar el sufrimiento en el proceso de final de vida. Tenemos herramientas para aliviar el sufrimiento tanto físico como mental y espiritual. Por ello, mi postura frente a la petición de eutanasia es analizar por qué ese ser la está solicitando. Mi experiencia es porque no desean seguir sufriendo. Pero si les alivias el sufrimiento, porqué adelantar la muerte? Y el budismo expresa el no provocar daño a ningún ser. Mi tarea es aliviar sufrimiento, no adelantar la muerte. Es un tema que no es fácil. Espero haberte ayudado. Un abrazo y gracias por tu comentario

  16. Gracias, Elena, por compartir tu testimonio y visión integradora. Tu trabajo y reflexión inspiran a ver el envejecimiento y la muerte desde un lugar más humano, compasivo y lleno de sabiduría. Ojalá puedan más profesionales encontrar en el Dharma una fuente de motivación y presencia. Un abrazo.

  17. Gracias Cruz. Sí, sería maravilloso porque la medicina sería más humana. Una bonita aspiración. Un abrazo

  18. Gracias Elena Navarro, me regocijo de que tu mente y corazón, están abiertos a tener esa visión que el precioso Dharma ofrece.
    Efectivamente estar cerca de la muerte, nos abre a otra comprensión de la realidad, también me ha recordado a la Doctora Psiquiatra Elisabeth Kübler Ross.
    Mil eones de gracias Elena, por tu Bodhichitta emprendedora
    Que siga floreciendo!

  19. Gracias aseret. Kubler Ross es nuestro guía en paliativos. Ojalá la bodhichitta crezca y no decaiga jamás. Muchas gracias

  20. Gran inspiración y recordatorio este artículo, gracias, Elena. Justo en estos momentos de mi mi vida, el cuidado de mi madre es mi principal trabajo, y como practicante budista, me siento una privilegiada por tener acceso a este cofre de maravillas herramientas. Gran labor la que haces , enhorabuena! Y felicidades por compartir.

  21. Carmen, mucho ánimo. El Dharma ayuda de forma inconmensurable en el momento de la muerte. Yo estoy acompañando en estos momentos a mi perrita. Gracias al Dharma podemos ayudar a nuestros seres queridos a realizar la transición. Un fuerte abrazo

  22. Muy buena labor la que haces y además apoyada en el Budismo, excelente, sobre todo para las personas que se van solas sin familiares ni amigos, a parte de acompañarlas también les harás de guía para que marchen tranquilas a continuar con su Karma-camino. En cuanto a la preparación de los vivos, creo que casi nadie quiere conocer, ni pensar, en su fecha de embarque. Hay que mantener nuestra mente Budista-correcta porque es la que rige todo lo demás, ya se sabe que cuando no hay paz se somatiza con dolor, por lo que como consejo general, que sanen mente y cuerpo para llegar a la meta lo más independientes posible. Que cuanto antes hagan el testamento y mantengan la parada limpia y semi-recogida para cuando llegue la hora, y a esto me refiero a saldar o compensar Karma, porque el ordenador se lo quedan los gusanos pero el disco duro con todo grabadito será nuestro pasaporte de vuelta.

  23. Gracias por tu aportación mercenanot (utilizo tu correo).
    Se vive de espaldas a la muerte y cuando llega el momento no se está preparado. Es maravillosa nuestra oportunidad de estar encarnados en un cuerpo humano que ha labrado mérito en otras vidas que nos permiten acceder al Dharma. Aprovechemos por tanto está vida.
    Un abrazo y gracias

  24. Muchas gracias!! gracias por darle voz a tus palabras y a tu saber; hermoso artículo que nos compartes, y me siento afortunada por haberme acercado a tu compartir. Un abrazo!!

  25. Muchas gracias Elena por este gran articulo. Ha llegado en el momento perfecto a mi vida.

  26. Gracias Carmen y Diana. Me alegro haberte ayudado con el artículo Diana. Meditemos en nuestra muerte para estar preparadas/os.
    Un abrazo

  27. Muchas gracias por escribir sobre el tema. Personalmente si he buscado la forma de prepararme para mi propia muerte, luego de pasar por el proceso con mi hija que tenia 32 años. Me encantaría poder realiza una labor como la que haces.

  28. Diana, gracias por compartir tu relación con la muerte. Con todo lo que has aprendido con tu experiencia podrías ayudar a muchas personas en el proceso de morir. Hay muchas asociaciones para hacer voluntariado acompañando en ese proceso de final de vida. Gracias y un abrazo

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